jueves, 3 de mayo de 2012

SUMMO INDIGNUS



Creo que como ya era de esperar, después de la follada salvaje en la cocina de su casa  MaridoPerfecto se encuentra en un momento por decirlo así "existencial", planteándose dudas de conciencia en plan "quien soy yo y a donde va mi culo" y corroborando mi teoría sobre lo que sucede tras la pérdida del virgo anal en un hombre.
En estos momentos de crisis no quiero transitar en exceso por su vida por varias razones: la primera y más importante, para que SecreGordi, su esposa, no se presente en mi casa con una metralleta y unas tijeras de capar gorrinos.
Y a continuación debo reconocer que vale, de alguna manera y sin hacer nada él que yo pueda describir aquí y ahora, MaridoPerfecto ha perforado mis defensas sentimentales y se encuentra peligrosamente cerca de convertirse en algo más que en otra muesca que añadir a mi cartuchera. Yo no siempre he estado tan bien acorazado, ya he recibido innumerables hostias al respecto que me han hecho escéptico en lo que se refiere al amor masculino y voy a tratar de mantenerme al margen.
A propósito de esto tengo una teoría planteada según la cual los hombres son polígamos por naturaleza para repartir su esperma por doquier y propagar sus genes ( al revés que las mujeres que tienden a ser monógamas para asegurar el mantenimiento de su progenie ), y ocurre que al juntarse una "ella" con un "él" puede alcanzarse una compensación, pero cuando se juntan dos "el" ambos tienden a follarse a todo bicho viviente sin respetar a nada ni a nadie. Esta concepción de las relaciones interpersonales suena terrible porque parece que las personas no se rigen nada más que por sus instintos biológicos reproductivos y descartan toda la amplia gama de tipos intermedios que se dan en la vida real dentro de los cuales se encuentran por ejemplo mujeres saludablemente polígamas que gustan de follarse todo lo que les apetece y caballeros tristes y románticos que languidecen de amor al lado de un machote pichabrava que les pone unos cuernos dignos de un casco vikingo.
Sin embargo, casi siempre la realidad me da la razón y lo que se sale de esa norma es lo menos habitual, por lo cual estoy seguro que una vez MaridoPerfecto se canse de divertirse con el mismo rabo -lease, el mío- volverá sus ojos al mundo lleno de experiencias que queda ahí fuera y no volveré a saber de él nunca más. 
Así que, despechado previamente antes de haber sufrido su desprecio, me adelanto a él y llamo al Jefecillo de la fiesta esperando encontrarle antes de que se vaya a Japón para disfrutar de aquel aparato que le creo recordar antes de que lo exporte al extranjero junto con su gusanil organismo.
Para mi sorpresa responde al primer timbrazo al teléfono, y tambíén reconoce mi voz a la primera de cambio.
"Hombre, estaba haciendo las maletas. Mañana por la noche cojo el avión, ya sabes"
Supongo que ese es un dato que tengo que recordar de nuestra última cita y para no joder el plan antes de tiempo murmuro un "ñu-ñu-ñu" que espero suene a cachorro disgustado antes de decir:
"¿y no tienes tiempo para una despedida en condiciones?"

Evidentemente, lo tiene.

El muy cabrón tiene alquilado un ático de lujo en pleno centro de la ciudad de una cantidad excesiva de metros cuadrados  ( si tenemos en cuenta lo esmirriado de su persona ), con mobiliario de diseño y la mitad de las paredes sustituidas por grandes cristaleras a través de las cuales creo que nos va a ver follando todo el barrio.
Jefecillo pulula por allí entre tecnología a la última, alfombras carísimas y plantas tropicales que crecen desmesuradas porque, todo hay que decirlo, hace un calor de la hostia.
"joder, como se suda aquí, ¿no?"
El pícaro de él, ataviado solo con un albornoz, lo deja caer dejando al aire ese monumental rabo de libro Guinnes en estado morcillón y canturrea
"quédate en pelotas, así estarás más a gusto"
En fin.
Ya conté que Jefecillo es un individuo escuchimizado, pálido, con una calvicie más que incipiente y una mirada malévola que le dan un aire malicioso estilo al Doctor No aquel de James Bond. También creo haber contado que el tamaño de su polla revienta todos los estándares, de hecho cuando aquello empieza a crecer no entiendo como no queda inconsciente al quedar todo su pequeño cuerpo desabastecido de sangre para lograr endurecer a ese cacharro.
En ese momento se repantinga en el sofá un poco despatarrado con aquella cosa tomando dimensiones y pregunta en un genuino tono de chica de burdel:
"bien, y a quien viniste a despedir, a mi o a esto...porque estamos esperando, guaperas."
No es complicado olvidar el hombrecillo que se esconde detrás del pene y es a este último a quien prodigo mis atenciones. Sin quitarme el traje me pongo a cuatro patas y comienzo a hacerle una felación, pasmado de como aquello sigue aumentando de calibre hasta el punto de hacerme toser si lo hago deslizar demasiado dentro de mi boca. Jefecillo rie alborozado supongo que al ver mi rostro amoratado haciendo intentos por respirar y cogiéndome del pelo exclama
"pero no me jodas que un follador como tu todavía no sabe tragarse pollas grandes" se entusiasma y empieza a bombearme aquella enormidad dentro de mi boca agarrándome la cabeza.
Que hijoputa, como le gusta mantener la cadena de mandos.
No sin esfuerzo consigo escapar de una muerte segura al tener ese pedazo de capullo obstaculizándome las vías aereas, le doy una hostia que así por lo pronto le deja un poco aturdido y respondo
"cuando quiera comerte la polla ya te lo haré saber. Ahora te voy a hacer notar que lo que cuenta mayormente no son los centímetros sino el talento. Una lección para que la enseñes en Japón."
Y así, aturdido como está, me lo follo a pelo a cuatro patas, luego hago que me la chupe un buen rato para cuando siento que estoy a punto volver a metérsela otra vez y cepillármelo a lo perro hasta que me corro abundantemente ahí dentro. Me despista la cantidad de leche que suelta a su vez, no voy a decírselo a él para que no se crezca pero creo que es la corrida más abundante que he visto nunca jodiendo una alfombra de calculo mínimo doce mil euros.
Jefecillo luego hace cosas poco ortodoxas: me chupa la polla un rato, se mete los dedos en el trasero y los chupa tambíen ( no sé si estará a falta de calcio o algo así ), pero luego dice una de esas frases para la historia que dicen determinados hombres en determinados momentos de su vida por las cuales uno va a recordarles siempre:
"Me has tratado como a una perra y me encanta. Por favor, ven a darme por el culo a Japón."
No puedo hacer promesas porque mi idea era disfrutar de su armamento y no que él lo hiciese del mío, así que tumbándome de espaldas y sujetándome las rodillas contra los hombros le muestro el trasero diciendo
"No sé. Primero vamos a hacerte un examen completo."
Y le dejo que me coma el culo por un espacio de tiempo indeterminado, lo bastante como para que apoye la cabeza de su monumental tranca entre mis nalgas y susurre
"No puedo más. Voy a follarte, y te va a doler"
Esto es como el puenting, hay determinadas cosas que una vez estás subido a la barandilla sabes que tienes que pasar para no sentirte un pringao.
Así que aprieto los dientes y siseo
"Venga,dale"...

...cuando Jefecillo termina conmigo tengo la sensación de que si me trago un cacahuete al instante oiré el "cloc" que hará al caer al suelo. Vuelvo a mi casa caminando como si tuviera un jumento imaginario entre las piernas,orgulloso de mi en cierta forma pero también preocupado por si aquello de ahí abajo no vuelve jamás a su ser y tengo que irme de verdad con Jefecillo a Japón para tener a alguien que sea capaz de llenar mi vacío interior.

No vuelvo a ver a Jefecillo, no, y a fin de cuentas creo que termino por sentirme afortunado.

Que sí, que el punto G los hombres lo tenemos en el culo, pero dentro de unos límites, por Diosss...

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